martes, 12 de julio de 2011

Finalmente



Mis letras vibran desnudas entre el frío.
Exposición violenta que mueres solo si vives.

El asco se fue durmiendo sobre la palma de mis manos apretadas en mi abdomen,
se fue yendo, como una ofrenda interior para desvanecerse en el olvido.

El odio que golpeaba con sus puños cerrados mis costillas,
desde adentro
como patadas
enmarañadas de ira.

La impotencia hecha una catarata muda
como un lamento dormido
vencido,
cansado de desbordarse sobre el cuello.

El amor
lacerado entre los puñales,
muere miserable
y me deja su propina sobre mi espalda golpeada.

Mi frente
duerme vencida sobre el suelo
mientras mis ojos pestañean entre la tierra
y mis pulmones se tiñen de gris.

Nada.
No queda nada.
Nadie
sigue viviendo en el recuerdo.

Ellos,
son de otros gemidos.
Y yo me deshago entre un último suspiro final.

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