domingo, 16 de octubre de 2011

New mind


Zoe cerró la puerta, se quitó las botas y se soltó el pelo;
deslizó las pulseras por sus muñecas y las dejó caer sobre el mueble.
Afuera un sol pálido despedía la tarde,
adentro un par de flores silvestres perfumaban la habitación.
En la cartera se mezclaron un par de caramelos de miel, entre las páginas de un libro que guardó marcado al subir al tren,
en el bolsillo derecho, una piedra que llevaba para agradecer cada vez que la rozaba buscando refugio para su mano temblando por el frío.
Esa tarde rozó la piedra tres veces, agradeció por la vida, por poder aprender de sus errores, por todo lo que partió y no le pertenecía.
Busca la piedra y la pone sobre un baúl, del lado izquierdo de la foto de su abuelo cuando era pequeño.
Mira la pequeña piedra, ínfima pero poderosa. Testigo fiel de sus pensamientos buscando algo por lo cual agradecer, entre la cascada de motivos que se empujaban en la fila para ser los elegidos.
Se acuesta sobre la cama y mira las cuatro cajas a rayas encima del placard. Intenta recordar lo que ha guardado, pero se hace casi imposible...lo guardó hace ya mucho tiempo.
Respira y su pecho se eleva mas cerca del cielo,
suspira y se eleva mas alto aún sin querer;
le devuelve el aire al cuarto, como cuando alguien pide algo prestado que debe devolver sin demasiada demora.
Zoe cierra los ojos y camina dentro de sus pensamientos, como está aprendiendo a hacer desde que el sol pálidamente se despide por las tardes a través de su ventana.
A veces los recuerdos mas profundos que le dañaron el alma, aparecen sin invitación en medio de sus caminatas. Pero ahora tiene la fuerza de un trueno para empujarlos mucho mas lejos de su cuerpo, de su mente y de aquel viejo dolor.
Hay una mente nueva, pintando el futuro delante, con la seguridad del trazo que viene a marcar la historia con el recelo de un hecho célebre, único y creador.
Y camina en sus pensamientos, con el paso seguro de quien sabe cuanto vale, de quien respira cuanto merece y quien celebra lo que afirma que vendrá.
Las cenizas sobrevolaron al ave y la dejaron desnuda para que pueda revivir.
Ya no tiene pudor al desnudo, porque su protección está adentro. Segura y tbia, lista para cubrirla con el poder de su abrazo.
Zoe tiene 25 años, una piedra sobre el baúl y mucho mas todavía para agradecer.
Cierra sus ojos y duerme
y sueña los sueños que al fin ha conseguido creer.

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