domingo, 26 de septiembre de 2010

Cenizas


Lo posdatado en el tiempo y el olvido, le tocó el hombro.
No quiso quedarse allí.
Un tanto resentida con el asunto, tomó los dos sobres marrones, repletos de letras y caminó hacia al jardín.
Afuera es sol.Adentro es noche.
La música suena desde el celular sobre la mesa, que envuelve un mantel q revuelve el viento con sus ondulaciones.
Alguien cumple años.
Alguien ríe.
Alguien canta.
La felicidad de los hijos de los otros -siempre de los otros-, se filtra entre las ramas del rosal inundando la tristeza del ritual.
Se enciende la primer hoja y se envuelve en humo.Se niega a extinguir su amor y sus letras.
Arde el cielo.
A ella:ardiéndole Septiembre entre las manos.
La llama sarcástica dibuja un hilo que lacera las palabras, una por una.
Se abren los libros, se atrofian las hojas como rogando arrodilladas ante lo que fueron, un día de vida más.
Ya no.
No más...
Una columna de humo se inhala entre su pelo revuelto sobre la hoguera.
Los ojos lloran; el humo, las cenizas, ya no mas el dolor.
Debajo del brazo, los meses y los años de lo que fueron otras primaveras, otros abriles, septiembres, heridas y canela.
Una por una, las reminiscencias doblegándose al infierno del presente extinguiendo lo detrás.
Vira la vista, la música denota una triste canción de despedida..como si supieran ver las notas casuales, las notas de la vida que llevaron y que nunca volverá.
El azul impecable sobre su cabeza, y el sol , ese que que hace arder el alma sofocada por el silencio de las palabras q mueren gritando e implorando perdón.
Sus manos se tiñen con el gris, entre el rojo carmesí, que las embellece.
Se resumen los restos mientras se asoma un nombre, detrás de las cenizas, impecablemente vivo.
Llora, sin lágrimas.
Grita, en el silencio.
Cruje el dolor entre el pecho, penetrante y cruel.
Se dobla entre sus brazos, abrazando su desconsuelo.
Ha sido valiente hasta el extremo.Abnegada hasta el final-
Ha llevado la carga de una sentencia sin apelaciones, caminando despacio entre la gente que nunca interpretó lo que callaba.
Debajo del sol retoma sus quehaceres.
La ropa limpia se balancea entre el viento, mientras sus manos la doblan.
Se detiene en el umbral y vé su sombra.
No hay música.
Ni niños.
Nadie cumple años.
Nadie cumple.
Pronto se apagará el sol.
Traspasa el umbral y cierra despacio, la puerta del armario, q deja evidencia de lo que ya no está.
Traidora y cruel, se asoma una última escena, que burló sus culpas, escondiendo su imagen para evitar morir...

-Sólo una huella basta para recordar todo el camino.-


1 comentario:

Charli**** dijo...

No hay música.
Ni niños.
Nadie cumple años.
Nadie cumple.

Una oscuridad en la que me gusta moverme. Magnífico Iuorno.
Te quiero.