lunes, 26 de septiembre de 2011

Crónicas mujeriles


...*Es Septiembre, un bello e irrepetible Septiembre.

Un Septiembre en donde no solo florece la naturaleza, sino algunas porciones de mi alma que arrasó el Invierno con la voracidad implacable de un tornado. Esas leves porciones desnudas de cualquier rastro de vida, que de repente brotan con delicados verdes, recordándome que no todo está perdido.

Mis últimos Inviernos consistieron en imaginarme un sol profundo, en medio de la inevitable nieve de la realidad, en donde más allá de cualquier condición climática, seguía afirmando que el verano era el contexto y que la luz de un sol inexistente, iluminaría el futuro con la claridad de un gurú sabio, persistente y eterno.

Años simulando el Verano, mientras el Invierno se robaba mis últimas reservas de energía, mientras se apoderaba de cada porción de oxígeno en mis pulmones, y consumía mis últimos vestigios de esperanza y amor por el otro.

Un día simplemente, salí descalza a enfrentar mi virtual verano, y la nieve terminó por congelarme de un espasmo el último respiro. Caí completa e indefensa de cara a la nieve, y con medio cuerpo enterrado de hielo, no tuve más remedio que asumir, con toda la humillación cargando mi pecho, que era Invierno, que así sería por unos cuantos meses más y que de una vez por todas debería aceptarlo, si aún sobrevivía por gracia a esa incansable experiencia negadora de la realidad...*


(Es Septiembre, hay un nuevo manuscrito en la pc, que crece con la velocidad de un rayo)

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